“Quien mira hacia fuera sueña, quien
mira hacia dentro despierta”
Carl Jung
Esta frase de Jung refleja perfectamente el auto-liderazgo, y el despertar
no es otra cosa que conocerte, crecer, creer y confiar en ti.
Liderarse es construirse y a la vez, cuidar tu propia fortaleza, puesto que
el liderazgo empieza por una misma. Implica primero establecer una conexión
propia, conocerte, descubrir tu esencia, aquello que te guía, que te conduce,
que te inspira, aquella fuerza que acaricia en los buenos momentos y te
sostiene en los malos, las emociones y sentimientos que te impulsan, o que te
retienen… es analizar aquello que debes potenciar y conservar, aquello que
necesitas, y aquello que debes soltar que no te beneficia.
Construirse es mirarse en los ojos de los demás, siendo guardiana de ti
misma, de tu estructura, vigilando tus propias fisuras, y apreciando todo aquello
que valores en el otro, pues ello que
significa que también existe en ti.
Construirse es cuidar tu silencio, y respetar el de los demás. Construirse es
añadir valores en tu vida, es contar con los otros para que cuentes tú.
Liderarse es como llegar a tus propios cimientos. La conciencia de tu
estructura, de cómo funcionas, de cómo piensas, como hablas, como sientes, como
reaccionas, como comunicas, servirán para
que aprendas a sacar y potenciar todo aquello en lo que brillas, en lo
que te reconoces, en lo que crees, en todo aquello que sabes que está dentro de
ti. Y al mismo tiempo, que sepas contemplar tus partes débiles y darles el
espacio de aceptación, y te preguntes y busques de qué forma puedes transformar
algunas de ellas en fortalezas, sintiéndote que tu controlas tu pensamiento, tus
emociones y como canalizarlas a través del cuerpo.
Cuando ejerces ese liderazgo, adquirirás la solidez, y energía para desempeñarlo con tus colaboradores, proyectándote hacia aquello que
deseas con firmeza, fuerte, segura y equilibrada para dar lo mejor de ti.
Para liderar un equipo, hay que saber leer mucho más allá, ser capaz de entender las emociones de las
personas con las que colaboramos, comprender sus sentimientos, descubrir sus
motivaciones, valores, actitudes y establecer una manera de cooperar para influir positivamente
en su estado emocional, puesto que es a través de nuestra conducta, nuestro
comportamiento, el pleno control sobre nuestras emociones y la capacidad de
dirigirnos y comunicarnos con los demás, donde podemos inspirar una visión
positiva y alentadora en otros, desarrollando en cada uno de ellos el
sentimiento de ser parte del éxito del equipo, y como tal, merecedores del
reconocimiento, redundando todo ello en un mayor sentido de dirección y
cohesión.
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