viernes, 30 de mayo de 2014

EL LIDERAZGO EMPIEZA POR UNA MISMA


“Quien mira hacia fuera sueña, quien mira hacia dentro despierta”
Carl Jung

Esta frase de Jung refleja perfectamente el auto-liderazgo, y el despertar no es otra cosa que conocerte, crecer, creer y confiar en ti.

Liderarse es construirse y a la vez, cuidar tu propia fortaleza, puesto que el liderazgo empieza por una misma. Implica primero establecer una conexión propia, conocerte, descubrir tu esencia, aquello que te guía, que te conduce, que te inspira, aquella fuerza que acaricia en los buenos momentos y te sostiene en los malos, las emociones y sentimientos que te impulsan, o que te retienen… es analizar aquello que debes potenciar y conservar, aquello que necesitas, y aquello que debes soltar que no te beneficia.

Construirse es mirarse en los ojos de los demás, siendo guardiana de ti misma, de tu estructura, vigilando tus propias fisuras, y apreciando todo aquello que  valores en el otro, pues ello que significa que también existe en ti.
Construirse es cuidar tu silencio, y respetar el de los demás. Construirse es añadir valores en tu vida, es contar con los otros para que cuentes tú.

Liderarse es como llegar a tus propios cimientos. La conciencia de tu estructura, de cómo funcionas, de cómo piensas, como hablas, como sientes, como reaccionas, como comunicas, servirán para  que aprendas a sacar y potenciar todo aquello en lo que brillas, en lo que te reconoces, en lo que crees, en todo aquello que sabes que está dentro de ti. Y al mismo tiempo, que sepas contemplar tus partes débiles y darles el espacio de aceptación, y te preguntes y busques de qué forma puedes transformar algunas de ellas en fortalezas, sintiéndote que tu controlas tu pensamiento, tus emociones y como canalizarlas a través del cuerpo.

Cuando ejerces ese liderazgo, adquirirás la solidez, y energía para desempeñarlo con tus colaboradores, proyectándote hacia aquello que deseas con firmeza, fuerte, segura y equilibrada para dar lo mejor de ti.

Para liderar un equipo, hay que saber leer mucho más allá,  ser capaz de entender las emociones de las personas con las que colaboramos, comprender sus sentimientos, descubrir sus motivaciones, valores, actitudes y establecer  una manera de cooperar para influir positivamente en su estado emocional, puesto que es a través de nuestra conducta, nuestro comportamiento, el pleno control sobre nuestras emociones y la capacidad de dirigirnos y comunicarnos con los demás, donde podemos inspirar una visión positiva y alentadora en otros,  desarrollando en cada uno de ellos el sentimiento de ser parte del éxito del equipo, y como tal, merecedores del reconocimiento, redundando todo ello en un mayor sentido de dirección y cohesión.


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